miércoles, 1 de marzo de 2017

Los trastornos alimenticios: enemigos de la salud y esclavos de las modas

¡Hola querid@s lectores!

Los trastornos alimenticios son algo muy presente en nuestra sociedad, y tristemente, fomentados por la misma. Es mas común en mujeres que quieren sentirse atractivas y admiradas como las chicas de revista, las cuales representan unos cánones de belleza que no son reales, pues pesar 40 kilos midiendo 1'70 no es ni bonito, ni saludable. Aunque en menos proporción los hombres también padecen estas enfermedades. 

Lo más alarmante de la situación es como la sociedad oculta estos problemas y se avergüenza de ellos en vez de poner solución. ¿Alguien se avergonzaría de tener gripe o migrañas? Al igual que la mononucleosis, la gastroenteritis o cualquier virus, se trata de enfermedades que hay que atajar lo más rápido posible para recuperarnos sufriendo los menores daños. Pero la cosa no queda ahí, hay infinidad de páginas web y redes sociales que fomentan y animan a la gente a conseguir un cuerpo 10 utilizando la anorexia o la bulimia, y es casi imposible conseguir que borren estas páginas aberrantes.

Tod@s hemos escuchado hablar de la bulimia y la anorexia, pero no son los únicos trastornos alimenticios que existen, por ello hoy voy a hablar de mi historia. Yo sufrí de Trastorno por Atracón, y no me avergüenzo de ello, por el contrario estoy orgullosa de haberlo superado.

¿Y qué es el trastorno por atracón? Pues esta enfermedad se caracteriza, como su nombre indica, por atracones de grandes cantidades de comida sin control. Al principio, comía tanto que mi estomago no lo soportaba y acababa vomitando, no de forma voluntaria, sino que era físicamente imposible seguir comiendo, por lo que tuve que aprender mis limites. A mi siempre me ha gustado comer, por lo que no le dí importancia ni me parecía extraño comer y comer. 

Así fueron pasando los años y gané 20 kilos. A mi parecer, nunca he estado gorda, cierto es que me sobraban unos kilos, pero no he llegado al sobrepeso. Pero claro, esos 20 kilos se notaban y empecé a tener que aguantar comentarios del tipo "joder, que gorda estas", "vamos a tener que hacer las puertas más grandes para que quepa tu culo", "eres una gocha, te pones como una cerda", etc. Por mucha personalidad y seguridad en ti misma que tengas, ese tipo de comentarios día tras día te hunden. Entonces empecé a experimentar más síntomas del Trastorno por Atracón: a sentirme mal con mi cuerpo, a comer a escondidas, a sentirme culpable después de los atracones, a perder mi autoestima por no ser capaz de controlar lo que comía...

Otra características de las personas con Trastorno por Atracón, es el elevado número de intentos fallidos de hacer dieta para perder peso, pues cuando padeces de esta enfermedad hacer dietas es contraproducente, porque te provoca ansiedad y al final acabas fracasando y volviendo a tus atracones y sintiéndote todavía peor en cada fracaso. Por todos esos fracasos, decidí ir a un nutricionista, porque pensé que lo que yo necesitaba era alguien externo que me controlase, pero me equivoqué. Tan solo conseguí aguantar un mes con la nutricionista, y fue en ese momento cuando me dí cuenta de que mi problema no estaba en mi estómago insaciable, sino en mi cabeza. En un mes perdí 10 kilos, en ningún momento pasé hambre y me gustaba lo que comía, pero yo lloraba y lloraba todos los días por no poder comer lo que yo quería. Cuando eres tan infeliz por no poder comer hasta reventar, es que algo no funciona, pues comer es una necesidad y no un capricho.

Así pues, decidí ir a mi médica de cabecera e informarle de la situación, Ella me derivó a psiquiatría donde me diagnosticaron lo que yo ya sospechaba, Trastorno por Atracón. Además de las pastillas, la psiquiatra me dio cita en psicología, ¿pues de qué servirían las pastillas si no aprendía a controlar mis impulsos? 

Se desconocen las causas de este trastorno alimenticio, pero normalmente esta asociado a factores emocionales como la tristeza, la ira, el estrés... Y ese fue mi caso, pues con solo una sesión la psicóloga determino que "comía por no llorar", así que me mandó a terapia de grupo. Al principio fui un poco reacia, ¿de qué me iba a servir hablar de mis sentimientos con personas que no conocía de nada? Pero sí me ayudó, y muchísimo. Es difícil comprender cómo funcionan ese tipo de tratamientos, porque la mente no es algo sencillo, pero estoy muy agradecida a mi psicóloga y a mis compañer@s de terapia por su ayuda y por hacer de mi alguien mejor.

Un poquito antes de que terminase la terapia de grupo, la psiquiatra me dijo que podía dejar de tomar las pastillas. Finalmente, cuando el grupo llegó a su fin, tuve una consulta con mi psicóloga. Ella me preguntó si quería continuar en la próxima terapia, pero le dije que no sabía si podría ser posible. Nunca olvidaré sus palabras: "si puedes asistir, asiste, te vendrá bien, pero no dudo en ningún momento de que puedas continuar sola, pues he visto que tienes unas habilidades sociales para manejar la situación perfectamente, confía en ti misma. Aquí siempre tendrás las puertas abiertas."



Creo que vivir y ganar esta batalla, es lo que me ha convertido en alguien más positiva y en alguien que piensa que siempre se puede ir a mejor. 

¡Sonreír querid@s lector@s!







Instagram: @reflexionesdeunailusa13




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